Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de
Políticas Públicas, Licenciado en Ciencia Política y catedrático en la Facultad
de Derecho y Ciencia Política de la UNFV
Publicado en El Montonero, con fecha 26-04-2022
No soy psicólogo y dejare
por un momento los temas de la coyuntura política nacional para reflexionar
sobre una tara de la sociedad peruana que es la envidia.
Apreciados lectores, el
Perú seguirá siendo subdesarrollado (no tanto por quien sea el Presidente o los
congresistas) mientras nuestra sociedad no deje de ser tan envidiosa, mezquina
y ponzoñosa. ¿Por qué es tan envidiosa la sociedad peruana?
Lo que escribo es una hipótesis,
no afirmo que sea la verdad absoluta, pero creo que son muchos factores que conjugan
y que originan una enorme envidia. Recuerdo como si fuera ayer cuando mi
catedrática y hoy colega María del Pilar Tello Leyva me dijo: “Cuando conoces a
una persona inteligente produce dos sentimientos importantes: O es una enorme
admiración o envidia.” Indudablemente, en pigmeos intelectuales la envidia
destila como sudor en los poros.
Creo que la envidia se
genera cuando los seres humanos fracasan en varios aspectos de la vida sumado a
que ven a alguien cercano (familiar, compañero de la Universidad o del trabajo
o vecino) que le va bien en la vida.
Mi tesis es la siguiente:
Si alguien es un fracasado (aspecto laboral o profesional o familiar o como
enamorado/ novio/ esposo) entonces se convertirá en una persona envidiosa y
rencorosa ante el éxito ajeno al grado que inventará una “leyenda negra” para
intentar minimizar el éxito ajeno con la vil falacia de “tuvo suerte” o “tiene
eso por herencia del padre o abuelo” y así tendremos que soportar a estos pigmeos
intelectuales en decir mil pachotadas para intentar -con poco éxito- tratar de
minimizar los éxitos ajenos. Lo también cierto es que es un tema que supera
clases sociales y/o si se tiene estudios profesionales. Por ejemplo: Ante la
boda de una hija de un político peruano y un ciudadano español en la ciudad de
Trujillo capital de La Libertad. Hemos visto como una periodista peruana ha
escrito una nota bien mal intencionada y envidiosa sobre ese matrimonio
religioso que es un tema de intimidad familiar. Al fin y al cabo, como uno se
casa, es tema tuyo, de tu novia, de las dos familias y punto final. ¡Es un tema
privado de dos familias y que todos debemos respetar! Por esta nota tan
malévola, las redes sociales fueron el vertedero de la envidia de pigmeos que
han fracasado en su vida y que para ocultar lo más negro de sus almas tienen
que destilar su frustración, rabia y rencor en el Twitter. Indudablemente, las
redes sociales -en especial el Twitter- se ha convertido en una jungla donde el
insulto llueve constantemente y que nadie (incluyendo Twitter) se hacen
responsables de tanto infundio.
A modo de conclusión,
manifiesto que la envidia debe ser superada para que avancemos como sociedad
democrática y moderna que afronta los retos que nos presenta la globalización
en el siglo XXI.