Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de
Políticas Públicas, Licenciado en Ciencia Política y catedrático ordinario en
la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNFV
Publicado en El Montonero, con fecha 28-06-2022
La Ley N° 31030, promulgada el
2 de julio del 2020, más conocida como la “ley que garantiza la paridad y la
alternancia de género en la lista de candidatos” es un bodrio legal que
representa un triunfo ideológico de la izquierda socialista que es la más sectaria
en Sudamérica. Sé que decirlo públicamente es “incorrectamente político” porque
los poderes fácticos han vendido la idea que esta imposición es buena so
pretexto a la marginación política que padece la mujer, aunque una cruda verdad
es que en la civilización occidental todas las mujeres tienen la oportunidad de
estudiar la carrera profesional que deseen sumado a que pueden postular a todo
cargo de elección popular. Esta realidad jamás ha sucedido ni sucede ni
sucederá en los países de la civilización islámica donde no existen libertades
políticas para sus ciudadanas que tienen que usar el absurdo y anacrónico
burka.
En el Perú, una política ha
estado en tres segundas vueltas, pero algunos no lo resaltan porque la señora
Fujimori no es socialista y es hija de uno de los mayores “cucús” de todas las
vertientes del socialismo peruano desde el más light -la caviar- hasta el más
duro que es la franquicia castrochavista de Perú Libre.
Otra verdad que se quiere
soslayar es que en todos los partidos políticos la participación de la mujer no
es como quisiéramos, eso es una realidad que es diferente que se impida a la
mujer a ser electa para cargos de elección popular. En la historia republicana
hemos tenido candidatas presenciales mujeres como destacadas parlamentarias,
alcaldesas y regidoras. Algunas de ellas, como la ex alcaldesa de Lima Susana
Villarán, resultaron ser un fiasco en la gestión pública, pero eso no
inhabilita a las mujeres decentes para trabajar por nuestro país.
Considero que esta ley -que no
se aplica en las principales democracias occidentales – es absurda porque viola
la democracia interna de los partidos políticos porque se obliga a todo partido
político y alianza electoral que en su plancha presidencial (mínimo) esté una
mujer o que la lista parlamentaria como del Parlamento Andino esté conformada
por el 50% de mujeres cuando la gestión pública no es un tema de sexo sino de
decencia, inteligencia y visión profesional. Lamentablemente, los poderes
fácticos han vendido la Ley N° 31030 como una panacea cuando es todo lo
contrario porque no motiva la auténtica participación política de la mujer más
bien es un parche de las mal llamadas “reformas políticas” de un bien vacado
por corrupción de apellidos Vizcarra Cornejo. Lo que también es lamentable es
que las bancadas del centro derecha peruana jamás han planteado la derogación
de esta ley porque la hegemonía cultural es de la izquierda socialista y ellos
tienen miedo a que se les diga “facha”. Ojalá que algún día, en el Parlamento,
existan representantes que no tengan miedo a la izquierda socialista y elimine
todos los bodrios promulgados por un político tan sombrío como Vizcarra.