Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de
Políticas Públicas y Licenciado en Ciencia Política por la UNFV
Publicado en Mundiario, con fecha 17-08-2020
El 4 de agosto, nos enteramos
de que la Corte Suprema colombiana ordenó la detención domiciliaria al dos
veces Presidente Constitucional Álvaro Uribe Vélez, gran demócrata y estadista
a carta cabal en Sudamérica.
Esta medida es sorpresiva
porque no hay peligro de fuga ya que el ex Presidente Uribe es senador y tiene
un domicilio fijo sumado a que no hay sentencia consentida ni ejecutoriada que
demuestre que él estuvo implicado en una compra de falsos testigos. Lo cierto
es que es la venganza de un Poder Judicial colombiano, copado por comunistas,
que jamás perdonarán que Álvaro Uribe, en sus dos gobiernos constitucionales,
haya reducido militar y políticamente a la organización narco terroristas FARC
en su mínima expresión.
El odio enfermizo de la FARC
contra el Presidente Uribe viene desde el año 2002 cuando asumió la Presidencia
de Colombia por primera vez. En el día de la juramentación, la organización
narco terrorista FARC atacó el Palacio de Nariño con lanza cohetes y colocaron
un coche bomba a las afueras del Parlamento colombiano con la obvia intención
de asesinar al Presidente Uribe que es un faro de libertad en Sudamérica porque
además de ser muy frontal contra los narco terroristas de las FARC siempre lo
ha sido contra dos dictaduras criminales como las castrochavistas en Cuba y
Venezuela. Lo también cierto es que el Presidente Uribe acumuló demasiados
enemigos, internos y externos, de las fuerzas relacionadas al castrochavismo.
Su arresto domiciliario es un
mensaje para los políticos de nuestra región: “No sean frontales contra
nosotros porque acabarán presos.”
La injusta prisión domiciliaria
a Álvaro Uribe, que como repito no es una sentencia consentida ni ejecutoriada
de ningún proceso judicial, me recuerda la orden de prisión preliminar a un
amigo entrañable de Álvaro Uribe quien fue Alan García Pérez, dos veces
Presidente Constitucional del Perú, que afrontó la obsesión enfermiza de un
fiscal socialista, admirador de los terroristas de Sendero Luminoso, que pidió
dicha prisión, un día antes del jueves santos. Entonces, el Presidente García
no se iba a dejar humillar, sabiendo que no existe imparcialidad procesal ni independencia
de poderes, y tomó la decisión de suicidarse el terrible 17 de abril del 2019.
Lo cierto es que vivimos
terribles épocas para la democracia y las libertades políticas porque se
judicializa la política llevando a políticos a la cárcel sin existir el debido
proceso ni la presunción de la inocencia ni una sentencia consentida ni
ejecutoriada.
Finalmente, considero que el
Presidente Uribe debe afrontar este proceso judicial en absoluta libertad porque
él tiene un compromiso político, al ser el senador con más votación de
Colombia, sumado a que, como reitero, no existe sentencia consentida ni
ejecutoriada en su contra que se le investigue y se lo cite a los órganos
judiciales con la más absoluta libertad.
Lo paradójico de la situación
colombiana es que mientras que el político que luchó contra el narco terrorismo
tiene prisión domiciliaria, existen 10 narco terroristas de las FARC -uno de
ellos denunciado por secuestrar y violar sexualmente a menores de edad-
sentados en el Parlamento colombiano gracias al inefable pacto del expresidente
Santos con los narco terroristas de las FARC, rechazado en las urnas por los
colombianos buenos y decentes.
¡Fuerza, Presidente Álvaro
Uribe!