Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de Políticas Públicas y Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV)
Publicado en Mundiario, con fecha 11-08-2020
Siempre he considerado al
Parlamento como el primer poder del Estado porque cumple una labor
fiscalizadora ante cualquier exceso del Poder Ejecutivo. Lo cierto, por lo
menos en el Perú, desde que Humala llegó al poder, se inició una terrible
campaña de demolición mediática contra la majestad constitucional del
Parlamento, lo que demuestra el espíritu autoritario de los áulicos en los
gobiernos del 2011 hacia la actualidad. Esta verdad me genera una inmensa
preocupación porque solo en dictaduras comunistas (China, Cuba y Corea de
Norte) los “parlamentos” son mera mesa de partes del Dictador y dicho Congreso
solo lo forman dirigentes del Partido Comunista, no deseo explayarme sobre
estas dictaduras porque ya conocen mi militante posición contraria a una de las
ideologías redentoras y más criminales de la historia, que es el comunismo, la
otra es su prima hermana, el nazismo, pero hoy no haré historia universal.
En el caso peruano, que
pronto cumpliremos 200 años de República, debemos reflexionar que el régimen
presidencialista no ha traído resultados positivos para los más pobres del país
sumado a que el presidencialismo degeneró en dictaduras y/o gobiernos de
factos, más del 75% de la vida republicana peruana ha estado bajo la égida de
la bota militar o de gobiernos autoritarios que no han construido un ambiente
de reconciliación nacional, tipo la transición española. Por lo tanto, debemos
debatir académica y políticamente la necesidad de instaurar un régimen
parlamentario para acabar con tanto gobierno autoritario y/o de facto. ¡Seamos
sinceros! Si el Parlamento es el primer poder del Estado, es el momento de
volverlo el único y verdadero primer poder del Estado.
¡Basta de fascismos encubiertos
como el golpe de Estado del 30 de septiembre del 2019!
Mi propuesta, brevemente
porque estoy en un artículo, sobre el parlamentarismo es la siguiente:
Primero: Debe existir un
Jefe de Estado, lo que actualmente llamamos como Presidente, pero sus poderes políticos
deben ser residuales y/o protocolares sumado a que él personifique a la Nación
peruana. Este principio rector es sagrado como la Nación peruana por más que la
mayoría de peruanos no entienda el significado de pertenecer a una nación
milenaria como la nuestra.
Podría ser elegido -por
el voto universal- cada 7 años, obviamente sin reelección inmediata, y debería
ser una personalidad que genere consensos políticos como un académico de
prestigio internacional.
Segundo: El Jefe de
Gobierno, lo que actualmente llamamos Presidente del Consejo de Ministros,
representaría al Poder Ejecutivo -con todo su gabinete-, pero saldrían de la
elección realizada por el Parlamento, elegido por voto universal cada 5 años.
Es decir, el Jefe de Gobierno debe ser, de preferencia, un parlamentario que
represente a la bancada mayoritaria y/o que genere consensos políticos, entre
dos o más bancadas, para lograr la investidura con la mitad más uno de
parlamentarios. Antes que me olvide, el período gubernamental del Jefe de
Gobierno depende de que mantenga la confianza de la mayoría parlamentaria, de
preferencia debería ser por 5 años que es el período de funcionamiento
constitucional del Parlamento.
Lo importante es que del Parlamento surja los consensos posibles para la
estabilidad de un gobierno por un lustro.
¡Empoderemos al
Parlamento! ¿Qué perdemos? No creo que otros iguales 200 años de una República
presidencialista sumida en sempiternas guerras civiles: Los Mariscales de
Ayacucho vs ellos mismos, Cáceres vs Piérola, Leguía vs civilismo, aprismo vs
antiaprismo, caviar vs no caviar, valga mucho la pena. ¡Ya pues, así no
llegaremos a ningún buen puerto!
Empecemos un sano debate,
en todos los niveles posibles, sobre la instauración del parlamentarismo en el
Perú porque no hay nada estático en la política, todo es dialéctico. El único
objetivo es un Perú democrático y que pueda resolver las necesidades de los
peruanos más pobres: Educación y salud de calidad.
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