lunes, 27 de julio de 2015

El autoritarismo del siglo XXI en Sudamérica.


El autoritarismo del siglo XXI en Sudamérica.

Renatto Bautista Rojas
Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV)

Publicado en el portal web Estado Internacional el 02-07-15.

En los últimos años en Sudamérica hemos escuchado repetidamente el término de “socialismo del siglo XXI”, pero en realidad ¿que será ese término? Será una nueva categoría política o sólo un referente propagandístico de gobiernos que buscan perpetuarse en el poder indefinidamente. A la luz de la sombra, es lo último. Más que “socialismo del siglo XXI” es un autoritarismo del siglo XXI porque estos gobernantes al llegar al poder: Primero, cambian la Constitución por otra que les permite la reelección indefinida, segundo antes y durante el ejercicio del poder califican a todos los partidos políticos de Oposición como “corruptos” y “mediocres” , tercero copan el Poder Judicial, el Ministerio Público y los entes electorales por personal afín a su gobierno, cuarto compran y/o manipulan a los Medios de Comunicación Privados para que les sean medios propagandísticos, quinto persiguen judicialmente a sus opositores políticos hasta el grado de meterlos presos (violando el principio universal del derecho que es el debido proceso) como es el caso de los políticos venezolanos Leopoldo López y Antonio Ledezma, sexto convierten a las fuerzas armadas en sus incondicionales aliados para mantener el “orden político” en sus países.
El mejor ejemplo del autoritarismo del siglo XXI, es el régimen iniciado por Hugo Chávez y hoy continuado por Nicolás Maduro. El chavismo es el régimen híper presidencial por excelencia en Sudamérica.
Recuerdan ¿Cómo surge a la palestra política Hugo Chávez?
No fue por un proceso electoral sino por el intento de golpe de estado de febrero de 1992 contra el entonces Presidente Constitucional Carlos Andrés Pérez. El autoritarismo del siglo XXI en Sudamérica tiene como modelo a un político que no hizo carrera desde la Cámara de Diputados o de Senadores, ni en los gobiernos municipales sino como cabeza de un vil golpe de estado contra la institucionalidad democrática.
Chávez estuvo en la cárcel y luego todos los militares que participaron en las dos intentonas de golpe de estado de 1992 fueron convenientemente indultados por Rafael Caldera.
Al salir de la cárcel, Chávez inicio una campaña electoral denostando a los dos principales partidos políticos venezolanos Acción Democrática (de tendencia socialdemocrátara) y COPEI (de tendencia socialcristiana). Tanto AD como COPEI establecieron la democracia en Venezuela luego de la caída del dictador Pérez Jiménez en 1958; es decir, desde 1959 hasta 1994 todos los gobiernos venían de AD o de COPEI. No incluyo el segundo gobierno de Rafael Caldera (1994-1999) porque él siendo fundador de COPEI renunció a su partido y fundó un movimiento denominado Convergencia. Volviendo con Chávez, su campaña política de 1998 se centró en el cambio de Constitución, en el constante ataque de los principales partidos políticos y en su estrategia de la dicotomía. Detengámonos en la dicotomía del autoritarismo del siglo XXI. Para el autoritarismo del siglo XXI ellos son los “buenos”, los “revolucionarios”, los “dignos” para gobernar; mientras, los partidos políticos de Oposición o rivales son los “malos”, los “corruptos”, los “burgueses”, etc. de calificativos peyorativos para todo lo que no sea afín de los autoritarismos del siglo XXI.
Al llegar al poder, Chávez derogó la Constitución de 1961 en su lugar instauro la Constitución de 1999 que permite la reelección indefinida y que genera un híper presidencialismo, siguió denotando peyorativamente que la Oposición son “corruptos” y que durante los gobiernos democráticos de AD y COPEI la “corrupción” se institucionalizó en el Estado, el Poder Judicial como el Ministerio Público y el ente electoral es dirigido por militantes chavistas (violando el principio universal de la separación de poderes), han copado a la gran mayoría de medios de comunicación privados; al grado, de quitarle la licencia a la emisora opositora RCTV en el 2007, como lo escribí en líneas anteriores han metido injustamente y sólo por razones políticas a varios líderes de la oposición como López, Ledezma y entre otros o han abierto procesos judiciales como al ex candidato presidencial Manuel Rosales; quién ahora está asilado en el Perú, y finalmente convirtió a las fuerzas armadas en el brazo militar del chavismo. La represión es fuerte aliada del chavismo. Una de las tantas razones que posibilita el mantenimiento de Maduro en el poder; a pesar de su gran deslegitimidad, es la absoluta lealtad de las fuerzas armadas hacia él.
Otro caso sudamericano de autoritarismo del siglo XXI es Evo Morales. Bolivia desde la vuelta a la democracia en 1982 fue gobernado por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) fundado por el patriarca de la democracia Venezolana Víctor Paz Estenssoro; quién fuera cuatro veces Presidente Constitucional de Bolivia, Acción Democrática Nacionalista (ADN) fundado por Hugo Banzer; quién fuera dos veces Presidente de Bolivia, y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)  fundado por Jaime Paz Zamora; quién fuera Presidente Constitucional (1989-1993). Evo Morales fue el líder de las protestas contra el segundo gobierno de Sánchez de Lozada en el 2003, la posterior renuncia de Sánchez de Lozada no sólo significo la derrota política del histórico MNR sino de la clase política boliviana porque la deslegitimización fue una variable importante desde las protestas del 2003. Como Chávez, Morales denostaba de los partidos políticos como “corruptos” y tuvo la habilidad de generar la clásica dicotomía que usa el autoritarismo del siglo XXI para llegar al poder. Recesión económica más deslegitimización de los principales partidos políticos fueron las causas que posibilitaran que Evo Morales ganará las elecciones del 2005. Al llega al poder; al igual que Chávez, promulgó una nueva Constitución en el 2009; por la cual, Morales se ha reelegido en el 2009 y en el 2014. Su tercer mandado acabaría en el 2020; es decir, por el momento estará en el poder durante 14 años continuos.
Algunos dirán pero eso es democracia, para nuestros conceptos no lo es porque se aprovechan de la democracia para llegar al poder y en el mismo poder instauran sus propias reglas de juego que es sinónimo de copamiento estatal; por lo cual, el gobierno del autoritarismo del siglo XXI tiene todas las de ganar en contraposición de la Oposición que sus opciones son casi nulas por no decir nulas.
No es socialismo del siglo XXI sino autoritarismo del siglo XXI por su afán perpetuador en el poder político y su copamiento del aparato institucional. En Sudamérica ya estamos advertidos, la democracia está corriendo graves riesgos.


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