lunes, 3 de marzo de 2025

Reflexionando sobre Globalismo: La dialéctica del despotismo

 

Renatto Bautista Rojas

Magíster en Gestión de Políticas Públicas, Licenciado en Ciencia Política y catedrático nombrado en la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNFV


Publicado en El Montonero, con fecha 03-03-2025

 

Globalismo. Ingeniería social y control total en el siglo XXI, es el último libro del más renombrado politólogo en nuestro idioma, obviamente me refiero a Agustín Laje. Siendo lo frontal y honesto, este libro me agrado mucho, lo acabé de leer antes de año nuevo, pero la coyuntura me imposibilitó en hacer puntuales reflexiones sobre este importante libro que todo enemigo de la ultraizquierda lo debe leer, para tener la capacidad de identificar a sus aliados como a nuestros enemigos. En esta lógica, considero que mis reflexiones sobre este libro lo haré en siete articulos porque son siete los capítulos debido a que es un libro monumental de conocimientos, por nada el libro tiene casa 600 páginas. Cierro este parráfo, congratulando a Agustin Laje por escribir sus conocimientos en Globalismo que es un éxito en todo el continente.

El primer capítulo del libro se titula La dialéctica del despotismo, es un capítulo histórico que parte desde la Revolución Francesa que es la más importante revolución liberal, aunque no fue la primera en su vertiente ideológica.

Sobre el primer capítulo quiero hacer tres citados que me permitirán hacer reflexiones en voz alta ya que Agustín Laje y Renatto Bautista son dos politólogos frontales como sinceros.

En la página 25, Laje escribe lo siguiente:

“La novedad de Condorcet, su modernidad, estriba en considerar la ley como el mero producto de la voluntad humana y,con ellos, definir el despotismo como cualquier forma de gobierno distinta de una democracia representativa.”

Condorcet (1743-1794) fue lo que hoy llamamos en el Perú caviar porque fue un aristócrata que terminó apoyando la Revolución Francesa. Lo importante de este citado es que desde la Revolución Francesa, todos los seres humanos en Occidente asociamos la palabra despotismo como antónimo de la democracia representativa, pero partiendo de la idea que ésta es la panacea como régimen político es decir el despotismo es todo lo antiguo y malo que propició que se diera la Revolución Francesa para cambiar lo antiguo y malo.

En la página 45, Laje escribe lo siguiente:

“El Terror puede acelerar la historia, puede acelerar el progreso de la libertad del pueblo. La historia se hace; hacr la revolución es hacer la historia, es devenir sujeto, es acelerar el curso de los acontecimientos por la senda preestablecida de la razón.”

Laje nos hace recordar que desde la Revolución Francesa en adelante, todas las fuerzas de la ultra izquierda preconizan la violencia, propiamente dicho asesinar a tus opositores políticos, para afianzarse en el poder, pero para que suene bonito, así es creíble para ingenuos y tontos, abanderan al pueblo como a la razón que terminarán siendo sus justificaciones para la mayor orgía del sangre perpetrada en la Rusia soviética desde el lejano año de 1917.

Finalmente, en la página 65, Laje escribe lo siguiente:

“Los ideólogos tal vez no usen sus propias manos para asesinar, pero sus idea tienen el poder de movilizar a los asesinos. El orgullo y la envidia son pasiones que las ideologias pueden exacerbar hasta extremos insospechados.

Probablemente, Marx, Engels y Lenin nunca dispararon una pistola contra un opositor político, pero sus ideas generaron que otros mataran en nombre de ellos y del mentado paraíso terrenal del proletariado porque la envidia es una de las peores pasiones humanas en la medida que el resentido social va pedir venganza de sus males sobre los “afortunados” ricos. Por lo que, yo estoy de acuerdo con mi colega Agustín Laje que la envidia usada por la ideología de la ultra izquierda ha llevado a millones de seres humanos en extremos perversos como terribles.

A modo de conclusión, invito a todos los jóvenes a leer el libro Globalismo. Ingeniería social y control total en el siglo XXI del destacado y frontal politólogo Agustín Laje.

 

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