Renatto Bautista Rojas
Magister en Gestión de
Políticas Públicas, Licenciado en Ciencia Política y catedrático nombrado en la
Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNFV
Publicado en El Montonero, con fecha 18-03-2024
Los amantes de la
historia romana recordamos muy bien los Idus de marzo es decir el 15 de marzo
del 44 antes de Cristo, el día del magnicidio de unos de los personajes más
importantes de la historia occidental, claramente me refiero a Julio César,
como sabemos este magnicidio se dio por la mano de senadores nostálgicos con
una República que ya estaba en muerte, fueron comandados por Casio y Bruto.
Tengo algo de autoridad
académica para referirme del tema de Julio César porque he escrito dos libros
sobre este importante personaje occidental: En el 2018, la Editorial de la UNFV
publicó mi libro “A la luz de la sombra: De Bello Gallico”, con el prólogo del
intelectual peruano Hugo Neira, luego en el 2021 -como derrota al COVID 19- la
editorial JOVIC publico mi libro “Alejandro Magno y Julio César: Dos
inmortales” con el prólogo de los doctores Walter Robles Rosales -ex diputado y
profesor principal UNFV FDCP- y Juan Ramos Suyo, past Decano UNFV FDCP. En
estos libros sostengo que el error mortal de Julio César fue perdonar a Bruto y
Casio, que habían sido leales a Pompeyo y estuvieron al lado de la facción de
los Optimates en la Batalla de Farsalia, tras la derrota de Pompeyo, tuvieron
la “habilidad” de acomodarse políticamente. Considero que Julio César nunca los
debió perdonar políticamente, nunca les debió devolver la dignidad de senadores
porque me imagino que antes de la Batalla de Farsalia, los dos habrían deseado la
muerte de Julio César. Me imagino que Julio César no tuvo sentimientos de
venganza, pero él no era cualquier mortal, era el Cónsul de Roma, por lo que
sus decisiones eran políticas. Por eso, sostengo que jamás se debe perdonar en
política a los traidores porque se acabaría como Julio César, asesinado por
unos Judas de poco nivel que jamás entendieron la grandeza de perdonar como de
no guardar rencores, algo escaso de ver en la política occidental del siglo
XXI.
Es cierto los magnicidas
lograron su objetivo, pero nadie -ni Bruto ni Casio- pudo quitar el lugar
imperecedero en la historia que siempre tendrá Julio César, el divino Julio,
quien inauguro la época de los Césares, tan influyente que el Zar de Rusia y el
Kaiser de Alemania, vienen del César de Roma.
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