Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de
Políticas Públicas, Licenciado en Ciencia Política y catedrático ordinario en
la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNFV
Publicado en El Montonero, con fecha 20 de septiembre del 2022
El domingo 2 de octubre
del 2022 es una elección crucial en Sudamérica porque Brasil elegirá a su
presidente donde los dos candidatos principales son el actual presidente
brasileño, el político conservador Jair Bolsonaro y el ex presidente brasileño
y ex reo Luis Ignacio Lula Da Silva que representa al espectro de la izquierda
socialista sumado a que Lula tiene una importancia ya que él es uno de los
fundadores del Foro de Sao Paulo, que es una internacional de partidos
socialistas en nuestro continente, al lado del longevo dictador Fidel Castro,
tan mimado y reverenciado a pesar que Cuba es una longeva dictadura socialista
que data de enero de 1959. Además, la dictadura cubana en 63 años en el poder
solo ha generado hambre, miseria, muerte y totalitarismo sumado a que
lamentablemente tanta gente que apoyó el golpe de Estado perpetrado por los
Castro, aún no ha pedido las disculpas por aupar a un dictador que volvió pobre
una nación otramente rica como lo Cuba antes de la instalación de la dictadura
de los Castro. En gestión pública, la dictadura cubana tiene un cero a la
izquierda.
Volviendo con la elección
del Brasil, lo que está en juego es un tema fundamental: Si Bolsonaro gana la
reelección, yo espero que así sea, Brasil seguirá siendo un faro de las
libertades en Sudamérica. En cambio, si volviera al poder Lula Da Silva, Brasil
sería de nuevo un país más donde los socialistas gobernarán sumado a que su
política internacional será de total genuflexión hacia las dictaduras socialistas
de Diaz Canel en Cuba, Ortega en Nicaragua y Maduro en Venezuela. Seamos
sinceros, a pesar que la prensa internacional pretenda presentar al ex
presidente Lula Da Silva como un anciano afable, él tiene dos puntos demasiado
en contra: Primero, que él representa activamente al castrochavismo o socialismo
sudamericano porque jamás ha condenado enérgicamente a las dictaduras
socialistas en Cuba, Nicaragua más bien, como el mismo lo dijo en una
entrevista de hace meses en el diario español El País, él justifica como
relativiza el accionar de estas crueles y corruptas dictaduras en nuestro
continente. El segundo punto es que el ex presidente brasileño tiene una
estrecha vinculación con la corrupción. Como todos recordamos estuvo preso, en
el año 2018, por el escándalo Odebrecht porque a pesar que luego fue excarcelado,
por extrañas maniobras de jueces supremos a fines, lo cierto es que la empresa
de Marcelo Odebrecht siempre apoyó al Partido de los Trabajadores y a sus
presidentes Lula Da Silva y Dilma Rousseff en las campañas presidenciales de
los años 2002, 2006, 2010 y 2014, respectivamente sumado a un detalle
interesante que es que durante los años posteriores que Lula Da Silva abandonó
la presidencia, él se hospedaba en un departamento de playa en Copacabana,
comprado con dinero de la mentada “caja B” de Odebrecht. Por eso, es válido
recordar el viejo adagio: “La mujer del César no solo debe ser decente sino
parecerlo.”
A modo de conclusión,
manifiesto mi sincero deseo que el presidente Bolsonaro gane la reelección
porque está haciendo un gobierno donde ha reducido a lo mínimo a la inflación
sumado a que Brasil merece seguir siendo un faro de la libertad en una región
donde los electores lamentablemente han elegido a agentes del Foro de Sao Paulo
en las presidencias de sus países.
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