Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de
Políticas Públicas, Licenciado en Ciencia Política y catedrático en la Facultad
de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Nacional Federico Villarreal
(UNFV)
El socialismo es una
ideología que surge en Europa, en el siglo XIX, creada por el intelectual
alemán Carlos Marx. Creo que todos lo
sabemos, pero el socialismo ha tenido la capacidad de evolucionar para captar a
mayores feligreses a lo largo del tiempo y en los cinco continentes del mundo.
Es innegable, hasta para un
socialista con formación ideológica, que los obreros o lo denominado como
“proletariado” no vota y/o apoya opciones políticas socialistas al grado que
distritos obreros votaron por Marine Le Pen en la elección presidencial de mayo
del 2017 o que obreros españoles no voten por Podemos sino por VOX. Esta
realidad lo saben los socialistas y tienen que buscar “nuevos” electores a
través de plataformas que se denominan “progresistas”, pero que no lo son, si
lo analizamos bien, son ideas regresistas como el aborto o la ideología de
género o el mal llamado “lenguaje inclusivo.” Es decir, ahora son social
progresistas porque el cordón umbilical siempre es la lucha de clases (antes lo
fue el proletariado vs la burguesía) ahora es las “mujeres explotadas” versus
el “patriarcado” o los “géneros” versus el “sistema capitalista y homófobo” o
“las peruanas y los peruanos” versus el plural masculino aprobado por la Real
Academia Española. El social progresismo necesita un batallón de fieles
seguidores que, por alguna razón psicológica, que desconozco, cree y milita en
estas puntuales plataformas ideologizadas que los usan gratuitamente.
En el aborto, como ya
expliqué mi posición en un artículo anterior en este prestigioso medio de
comunicación, vemos que se usan varias falacias para apoyar el asesinato de
inocentes bebés que no cometieron delito alguno. Indudablemente, el social
progresismo abandera el aborto porque lo veo con la “lógica” de la lucha de
clases lo cual es un error porque de la misma manera que hoy criticamos los
sacrificios humanos realizados por los aztecas, estoy convencido que, en un par
de décadas, se criticará lo absurdo de aplicar el aborto cuando por sentido
común debemos defender a nuestra especie sobre todo a los bebés porque en ello encontramos
la permanencia de la especie humana en el planeta.
En primer lugar, sobre la
ideología de género diré que soy una persona respetuosa de todas las opciones
sexuales ejercida por adultos y en total libertad, pero no está de acuerdo con
la ideologización que se da la reivindicación política de los gais a los
cuales, reitero, respeto su decisión de su opción sexual.
El social progresismo necesita
agitar las banderas del movimiento gay porque tiene una legión fiel que dará la
vida por ellos bajo el mito de la tolerancia cuando el dictador Stalin
construía gulags (campos de concentración soviéticos) donde terminaban presos
gitanos, prostitutas y gais rusos como lo mismo aplicó Ernesto Guevara en la
Cuba castrista al grado de manifestar su desprecio a los gais por ser una
“desviación de jóvenes capitalistas que usaban jeans pegados al cuerpo.”
¡Irónico porque Guevara torturaba a gais para que hoy en la marcha del orgullo
gay levanten banderas con el rostro de un asesino de gais! ¡Pura ignorancia
histórica!
Finalmente, sobre la
ideología de género manifiesto que es totalmente anticientífica porque una
persona por más operaciones que se haga e inyecciones que se meta a su cuerpo,
siempre será del sexo que nació porque la genética, sobre dos sexos, jamás se
modificará. Biológicamente solo existen dos sexos: mujeres y varones, lo demás
es narrativa mundial del social progresismo.
También el social
progresismo levanta la absurda bandera del lenguaje inclusivo que es una
aberración lingüística para la Real Academia Española porque la norma dicta que
el masculino, en castellano, es en plural. Decir “peruanas y peruanos” o
“juezas y jueces” o “compañeros y compañeras” es una vil finalidad política
para que las mujeres se sientan “bien” cuando siempre el plural es en masculino
(valga la redundancia) porque así lo enseñaron en los colegios a nuestros
abuelos y bisabuelos.
Sin duda alguna, el
social progresismo es la nueva careta del socialismo del siglo XIX, pero que
usan diferentes banderas para captar unos fieles seguidores que no analizan ni
razonan a pesar de que usan sus vidas como si fueran cosas. Lamentablemente,
muchos conceptos del social progresismo son usados por fuerzas políticas que no
vienen del viejo socialismo. ¡Les falta brújula ideológica! ¿Veremos que pasa
con el social progresismo en el siglo XXI?
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