Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de
Políticas Públicas, Licenciado en Ciencia Política y catedrático en la Facultad
de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Nacional Federico Villarreal
(UNFV)
Publicado en El Montonero, con fecha 29-03-2021
Un sector de electores
peruanos considera que el partido histórico Acción Popular es un partido de
“centro derecha” -cosa que no lo es porque es un partido donde conviven socialistas
asolapados y derechistas tibios como lo demostré en el pasado articulo titulado
Acción Popular Socialista- y de una decencia casi sagrada, cosa que tampoco lo
es. Por dicha razón, en este artículo me centraré sobre los casos de corrupción
en el segundo gobierno de Fernando Belaúnde Terry (1980-1985). Antes que me
olvide, lo también cierto es que – a diferencia del visceral trato que recibe
el aprismo- los grupos de poder jamás “recuerdan” estos casos de corrupción
porque Belaúnde, el 28 de julio de 1980, en su mensaje de asunción del mando
constitucional, devolvió la propiedad de los medios de comunicación privados a
sus dueños del año 1974. Es decir, Belaúnde se llevó bien con el poder
mediático, el poder tras bambalinas en el Perú.
¿Cuáles fueron los casos
de corrupción en el segundo gobierno de Acción Popular que los actuales
electores peruanos deben recordar?
Primero, el caso Guvarte
que involucró al entonces Ministro de Justicia, Enrique Elías Laroza, con la
constructora española Guvarte que sobrevaluó las obras para la construcción y equipamiento
en los penales peruanos.
Segundo, el caso Vollmer
que involucró al entonces Presidente del Consejo de Ministros y senador, Manuel
Ulloa, al favorecer al conglomerado venezolano Vollmer, donde el mismo Ulloa
era accionista minoritario, en la adquisición de la Irrigadora Chimbote S.A.
Indudablemente, este es un caso de puerta giratoria o intereses de conflictos,
pero nada importa porque lo hicieron aristócratas de la derecha tibia peruana.
Tercero el caso de
Bancoper que involucró a la administración de Acción Popular en el rescate del
banco privado Bancoper por unos 30 millones de dólares venidos del Banco
Central de Reserva del Perú (BCRP).
El cuarto caso de
corrupción fue la compra de dos naves de carga inservibles de nombre Mantaro –
Pachitea por el enorme costo de 73 millones de dólares. ¡Cifra que aún
representa una cachetada a la pobreza peruana!
Y el quinto caso fue Villa
Coca que represento que militares y altos funcionarios del gobierno de Acción
Popular estuvieran relacionados con el cartel del narcotraficante Rodríguez
López.
Lo cierto que estos cinco
casos de corrupción más el avance del terrorismo y la inflación galopante hicieron
que el candidato de Acción Popular, para el proceso electoral de 1985, abogado
Javier Alva Orlandini obtuviera un magro 7.25% de los votos y quedará en cuarto
lugar detrás de Alan García, Alfonso Barrantes y Luis Bedoya.
Lo cierto es que los
electores peruanos, que sufragaron en los procesos electorales de 1980 y 1985, lamentablemente
-en su mayoría- se encuentran fallecidos y no pueden contar a la promoción de
jóvenes, que no leen libros de historia peruana, las dos terribles
administraciones de Acción Popular (1963-1968) y (1980-1985) que nos dejaron en
una terrible escalonada genocida del terrorismo de Sendero Luminoso como el
aumento de la inflación.
Hoy, por la enorme
irresponsabilidad histórica de los militantes de Acción Popular, que en mi consideración
han entrado en una deriva izquierdista demagógica, han permitido que un excongresista,
sin ningún tipo de luces políticas, como Lescano sea su candidato presidencial.
¿Qué hizo Lescano como congresista por los peruanos emergentes y emprendedores?
¿Qué ley dio en beneficio a la salud pública o de las universidades públicas? ¿Cuándo
Lescano denunció las corruptelas de Odebrecht en el Perú? Las respuestas las
tiene usted, amable lector. Lo cierto es que esta candidatura es demagogia
pura. ¡Tremenda irracionalidad es pedir que los chilenos nos devuelvan el
Huáscar! ¿Lescano no ha leído los tomos de Historia de la República del Perú del
historiador Jorge Basadre? ¿No sabe que el Huáscar derrotado jamás iba a volver
al puerto del Callao? ¡Los trofeos de guerra no se devuelven!¡Qué tal
demagogia!
Recuerden que el gran
filósofo Aristóteles despreciaba a los demagogos. Por consiguiente, debemos
hacer caso a este preclaro intelectual de la Grecia Antigua y maestro de
Alejandro Magno.
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