Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de
Políticas Públicas y Licenciado en Ciencia Política por la UNFV
Publicado en Mundiario, con fecha 2-10-2020
En lo personal, tengo dudas
sobre la realización de las elecciones generales para el mes de abril del próximo
año porque hay dos antecedentes que algunos olvidan: El primero es que no se
llevará a cabo los procesos de revocatoria, en el presente año, so pretexto la
pandemia cuando sería factible aprobar una ley por la cual el voto sea
voluntario. Por supuesto, con los debidos protocolos sanitarios.
¡No se olviden que los
franceses eligieron a sus autoridades ediles en dos vueltas! ¡Los polacos
reeligieron a su Presidente Duda por otro quinquenio!
El segundo nefasto precedente
viene del Colegio de Abogados de Lima. ¡Tercera vez que eligen por abrumadora
mayoría al abogado y catedrático Villa Stein como su Decano, pero las leguleyadas
impiden que tome el cargo! ¿Tanto miedo le tienen a Villa Stein? ¡Una ola de
abrumadora mayoría, jamás será detenido por papeles!
Cerrando estas breves
reflexiones creo que el proceso electoral venidero representa el máximo apogeo
de las franquicias electorales en el Perú. Lo cual, a mi entender, es negativo
porque aquí no hay ideología ni trayectoria académica y/o política sino un vil
transfuguismo político. En la época de mis bisabuelos, los electores,
obviamente los políticos también, tenían un norte ideológico porque se podía
ser aprista o comunista o populista o pepecista, pero hoy las franquicias
electorales están al día en el menú político.
Comencemos con Restauración
Nacional, fundado por el autoproclamado pastor Lay que debió ser un partido
conservador, que permite que un pésimo arquero y alcalde distrital sea su
candidato presidencial solo porque tiene un apellido escocés y es el favorito
de los medios de comunicación adictos a los caviares. Esta franquicia electoral
cambiará de nombre y de logo para presentarse como “nuevos” cuando en verdad
existen desde el proceso electoral del año 2006. ¡Vamos lo que importa es
ganar! ¿Qué dirán los evangelios sobre esta felonía de Lay? ¿Se volverán
católicos?
También existe una franquicia
electoral, de nombre Alianza para el Progreso, de propiedad de un señor
plagiador de tesis y que no pudo definir el significado de la ingeniería
química en un sintonizado programa televisivo.
¡Son el camión reciclador de
tanto tránsfuga como de una excongresista toledista y exvicepresidente y
congresista humalista! No olvidemos que, en el Parlamento disuelto el año
pasado, esta franquicia electoral tuvo dos parlamentarios: Donayre y Ríos que
están en prisión, pero la franquicia electoral sigue como si no tuviera
responsabilidad penal. ¡Donayre y Ríos fueran apristas, me imagino que
mandarían a la guillotina mediática hasta al portero de la Casa del Pueblo!
Otra franquicia electoral es
Podemos Perú que alberga a un militar en el retiro, muy chabacano, ignorante y
acusado de homicidio, que de políticas públicas en seguridad ciudadana sabe lo
mismo que yo sobre las lunas de Júpiter, pero vamos lo que importa es obtener
más congresistas y si pasa a la segunda vuelta. ¡Mejor! ¡Más populismo cuando no
se predica con el ejemplo!
Podría seguir enumerando otras
franquicias electorales como la del señor de los incendios o del breve premier,
pero lo dejo está aquí porque el objetivo del presente artículo es demostrar
que en el Perú no hay un sistema de partidos políticos sino una extraña
democracia donde priman las franquicias electorales y los tránsfugas que migran
de partido con la misma facilidad de cambiarse de ropa. ¡Aquí no hay ideología,
lo que manda son los negocios!
¡Es hora de derrotar la informalidad
en la política peruana! Una democracia, sin partidos políticos, tiene una
muerte anunciada. ¡No lo permitamos!
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