Renatto
Bautista Rojas
Magíster
en Gestión de Políticas Públicas y Licenciado en Ciencia Política por la
Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV)
Publicado en Mundiario, con fecha 13-07-2020
El próximo año
celebraremos 200 años de República, pero una pregunta valedera es ¿qué
celebramos en verdad? Me formulo esta pregunta por dos poderosas razones:
Primero cada tres lustros hay golpes de Estado aplaudidos por una masa de
fanáticos y segundo porque muchos de mi generación aplauden el gobierno de
facto como si el Perú tuviera los niveles de vida de Noruega o Suecia, salvo
que sean trabajadores de algún ministerio y les hayan dado la orden de ser
porristas virtuales a cambio de un puesto laboral.
Lo cierto es que no hay
muchos motivos objetivos que celebrar, por los 200 años de la República, porque
la inmensa mayoría de peruanos no entiende la importancia de los conceptos de
democracia, equilibrio de poderes del Estado, libertades políticas y
republicanismo, pero lo que saben bien es de autoritarismo, golpismo y
militarismo sumado a su gran dosis de odio político.
Para no hacer una larga
clase de historia republicana es válido recordar los antecedentes del
autoritarismo, golpismo y militarismo en la mayoría no cívica peruana.
Primero, solo en 1872
se “eligió” en colegios electorales al primer presidente civil Manuel Pardo.
Desde la proclamación de la Independencia respecto a la corona española (1821)
hasta 1872, todos los presidentes peruanos eran militares que tomaron el poder
por golpes de Estado o por elecciones amañadas por colegios electorales donde
solo participaban la aristocracia y los pocos peruanos varones que eran
profesionales y/o tenían título de propiedad.
Luego del gobierno de
Pardo (1872-1876) le sucedió el general Mariano Ignacio Prado que afrontó la
Guerra con Chile (1879-1883), luego de la guerra vinieron los gobiernos del
segundo militarismo (1883-1895) para ser sucedido por la llamada República
Aristocrática (1895-1919), que si bien es cierto fue gobernado por civiles
desde Nicolás de Piérola hasta José Pardo salvo el año de la junta militar
encabezada por Benavides (1914-1915), pero seguía el sistema de elección por
colegios electorales excluyendo a la gran mayoría peruana de cualquier tipo de
elección. Luego vino la dictadura o más conocido el Oncenio de Leguía
(1919-1930) para ser sucedida por el Tercer Militarismo (1931-1939) y/o
dictablandas como el primer gobierno de Manuel Prado (1939-1945). Lo cierto es
que el primer gobierno democrático fue el encabezado por José Bustamante y
Rivero (1945-1948) que no terminó su período constitucional por el golpe de
Estado del general Odría que regentó el Perú desde 1948 hasta 1956. Este golpe
de Estado y cierre del Parlamento fue muy aplaudido bajo la falacia de “se necesitaba orden.” La infame
dictadura de Odría fue sucedida por el segundo gobierno de Manuel Prado que fue
un gobierno democrático porque estableció La Convivencia con el aprismo de Haya
de la Torre y permitió la existencia de otros partidos como Acción Popular y la
Democracia Cristiana, pero este sexenio constitucional fue interrumpido por un
golpe de Estado en contra del triunfo aprista, la Junta Militar gobernó desde
julio de 1962 hasta julio de 1963, los militares fueron sucedidos por el primer
gobierno constitucional de Fernando Belaúnde (1962-1968) que no terminó su
período constitucional por el golpe de Estado del general Velasco, un golpe de
Estado muy aplaudido por muchos. Lo cierto es que los militares se quedaron en
el poder hasta el 28 de julio de 1980, pero el inicio de la transferencia del
poder a los civiles inició con la convocatoria a elección a la Asamblea
Constituyente y la posterior instalación presidida por el líder fundador del
aprismo, Víctor Raúl Haya de la Torre, que semanas antes de su deceso,
exactamente el 12 de julio de 1979, firmó la Carta Magna de 1979.
Recién en las
elecciones generales de 1980, se estableció el voto universal, y se retornó a
la democracia con el segundo gobierno de Fernando Belaúnde (1980-1985),
continuó con el primer gobierno de Alan García (1985-1990) y que debió seguir
con Alberto Fujimori, pero él dio un autogolpe de Estado, el 5 de abril de
1992, cerrando el Parlamento bicameral e interviniendo el Poder Judicial y la
Fiscalía de la Nación. Lo también cierto es que el autogolpe de Estado fue
aplaudido por muchos peruanos que no entienden el significado de la democracia
y las libertades políticas. Tras la revelación del video donde el inefable asesor
presidencial, Vladimiro Montesinos dio una coima al entonces congresista opositor
Kouri, los peruanos recién entendieron el terrible grado de corrupción de este
gobierno que terminó con la vacancia de Fujimori. Tras este vacío del poder, el
congresista Valentín Paniagua asumió la Presidencia del Perú, la democracia
peruana volvió y siguió con los gobiernos constitucionales de Toledo, el
segundo gobierno de Alan García, el gobierno de Humala y el gobierno de Pedro
Pablo Kuczynski.
Lo cierto es que desde
el gobierno de Humala empezó la inefable campaña mediática contra la majestad
del Parlamento, que es y siempre debe ser el primer poder del Estado, con la
obvia intención que el Parlamento sea una simple mesa de partes del Poder
Ejecutivo y apruebe toda ley sin ninguna discusión legal ni técnica.
Humala fue sucedido por
Kuczynski, pero el escándalo de Odebrecht fue tan grande que Kuczynski tuvo que
renunciar a la Presidencia sumado a la revelación de un inefable video donde se
intentaba comprar el voto de un congresista para votar en contra de la segunda
vacancia de Kuczynski. El Presidente renunciante fue sucedido por su primer
vicepresidente Martín Vizcarra que desde el primer momento inició una terrible
batalla contra el Parlamento con el pretexto de que el Congreso era
fiscalizador y obstruccionista, pero los peruanos que aplaudieron el golpe de
Estado se olvidan que una de las tres labores del Congreso es fiscalizar porque
hay casos de corrupción en el actual gobierno de facto como las contrataciones
al cuñado del gobernante de facto como las contrataciones al padre y tía de la
hija de la actual Secretaria de la Presidencia de la República. Estos dos actos
de corrupción son punibles con cárcel porque han cometido tráfico de
influencias y por el impedimento legal de contratar con parientes, hasta el
tercer grado, en el Estado.
Volviendo con el orden
cronológico, el gobernante de facto dio un golpe de Estado el 30 de septiembre
del año pasando, disolviendo ilegalmente un Parlamento elegido por el voto
universal y que ningún peruano cuestionó los resultados. Lo también es cierto
que este golpe de Estado fue aplaudido por muchos peruanos que no entienden
nada de democracia, de libertades políticas y de la independencia de los
Poderes del Estado.
Este golpe de Estado
que es un quiebre del orden constitucional fue maquillado con un elección a un
nuevo Parlamento donde primó el fraccionamiento político y un descarado
populismo que destruye nuestra economía y el republicanismo que es incipiente
en nuestro país.
En conclusión,
lamentablemente en el Perú no hay mucho que celebrar ante la llegada de los 200
años de la República porque las masas no entienden que todo cierre de
Parlamento es una dictadura y que la existencia de un Parlamento es vital por
el equilibrio de poderes para fiscalizar todo exceso o corruptela del Poder
Ejecutivo.
¡Lamentablemente no hay
mucho republicanismo en el Perú por más que seamos una República! ¡Terrible por
eso no hay mucho que celebrar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario