domingo, 9 de junio de 2019

Unas pinceladas políticas


-          Renatto Bautista Rojas

Maestro en Gestión de Políticas Públicas y Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV)

Publicado en Mundiario con fecha 12 de mayo del 2019



Mañana me cambiaré de apellidos para ser Villarán De la Puente y, dejaré de ser aprista de corazón, para ser socialista, luego seré Alcalde de Lima, me darán una coima por 10 millones de dólares por obras construidas por mafias brasileñas, se comprobará todo el círculo de la entrega de las coimas y la Fiscalía –tan politizada- un martes me anunciarán que el siguiente lunes habrá una audiencia sobre mi prisión preventiva. ¡Más Poncios Pilatos no podían ser! ¡Impunidad a los socialistas!¡Es rentable ser socialista y robar!
-          La ilegal detención del diputado adeco y Primer Vicepresidente del Parlamento venezolano, Edgar Zambrano, me llega a una fuerte reflexión: Jamás el narco dictador dejará el poder de manera pacífica. Esta detención marca un antes y después porque demuestra el totalitarismo de la dictadura y que no tiene miedo de la fuerza del Presidente Trump.
-          Solo débiles mentales pensaron que los alemanes solos derrocarían a Hitler como  que solo los italianos derrocarían a Mussolini o los europeos del Este a las dictaduras comunistas controladas desde Moscú. El narco dictador jamás será derrocado solo por los venezolanos. Pensarlo solo demuestra supina ignorancia. Los Estados Unidos nos liberaron del proyecto imperial del Káiser Guillermo II como de la insania y orgía de sangre que representó el nazismo, lo mismo, es el chavismo en Venezuela. ¡Ya es la hora de la intervención aliada de naciones democráticas contra la narco dictadura que es respaldada por la longeva dictadura comunista en Cuba! Cae la dictadura en Venezuela y, por efecto dominó, caen sus camaradas en La Habana, La Paz y Managua.
-          Mis amigos me preguntan: ¿Cómo debería terminar el narco dictador? Ése no merece terminar en un exilio dorado en La Habana ni Moscú, por todos los crímenes cometidos, merece terminar como los dictadores Gadafi, un libio socialista, y Nicolás Ceausescu, un rumano comunista, para que sea un ejemplo para todo dictador socialista en el Nuevo Mundo.

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