La
corrupción humalista.
Renatto
Bautista Rojas
Licenciado
en Ciencia Política por la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV).
Publicado en Estado Internacional con fecha 21-07-2016
Honestidad para hacer
la diferencia, fue la frase que utilizó Humala en la campaña del año 2011.
Humala prometío y reprometió
– como joven enamorado que promete amor eterno – que la honestidad sería la
gran diferencia con los anteriores gobiernos.
Hoy está demostrado que
la corrupción reino en los cinco años del (des)gobierno de Humala, al grado, que los medios de comunicaciones
afines – incluyendo una pléyade de periodistas – defendía con tenacidad al
humalismo y afirmaban que las denuncias de corrupción eran los viles ataques de
los adversarios político. Más risible, ni mandado en la China.
El mayor caso de
corrupción humalista es el caso de las agendas de Nadine Heredia porque es la
prueba irrefutable del financiamiento de la Venezuela chavista y de empresas
brasileñas. Es paradójico que ese autodenominado partido “nacionalista” haya
recibido dinero de dos países para las campañas presidenciales de los años 2006
y 2011.
El primer indicio que
el gobierno humalista sería corrupto fue la reunión de Alexis Humala (hermano
menor de Ollanta) y del congresista humalista Josué Gutiérrez con el canciller
de Rusia. El lobby no sólo es de los gringos sino también de los Humala.
Otro caso de corrupción
humalista fue el ilegal resguardo de la casa del ex operador montesinista Oscar
López Meneses. Nunca el gobierno humalista nos entregó una explicación
satisfactoria. Guardaron silencio cómplice.
Otro caso de corrupción
fueron las contrataciones de Martín Belaunde Lossio – operador político del
humalismo – con investigados ex gobernadores regionales (ejemplo: Álvarez de
Ancash y Viñas en Tumbes). Este caso
demuestra que el lobby político impero, sin ningún descaro, en el des
(gobierno) humalista.
No nos olvidemos del
ilegal espionaje de la DINI hacia los políticos opositores humalista. Este caso
también lo considero corrupción porque el presupuesto que debió ser destinado
en políticas públicas de inteligencia para derrotar al narcoterrorismo, lo destinaron
para espiar a todos los políticos de oposición.
El último caso de
corrupción fue la tonta denuncia de “traición a la patria” del aún ministro de
Defensa Jakke Valakivi hacia los periodistas del programa televiso Panorama que
demostraron el robo del dinero asignado a la gasolina en la región del VRAEM,
donde nuestro ejército combate al narcoterrorismo.
Estoy muy seguro, que a
partir del 29 de julio saldrán más escándalos de corrupción humalista en este
quinquenio perdido.
Los defensores del
humalismo recuerdan los casos de corrupción de otros gobiernos, pero recuerdo el
viejo adagio:
“Los pecados de otros
no te hacen santo.”
Hoy es la hora de
acabar con el doble rasero que es uno de los males de la sociedad peruana. La
corrupción jamás puede ser justificada porque este fenómeno destruye los
cimientos de la institucionalidad democrática.
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