Renatto
Bautista Rojas
Magíster
en Gestión de Políticas Públicas y Licenciado en Ciencia Política por la
Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV)
Publicado en Estado Internacional con fecha 02/12/2019
“Cuando lo recuerdo, no lo pienso como una victoria personal; pienso en los
hogares de miles de apristas, los que fueron presos, los que murieron en la
lucha o en la espera, los que aún esperaban, y sé que una parte de la misión de
mi vida se cumplió allí, en esas horas.
Todos
ellos sintieron que no se habían afiliado a una causa condenada a la derrota;
el llano de miles o cientos de miles, su emoción –mezcla de alegría y el
dolor-, es un elemento esencial, una justificación para mi existencia.”
Páginas 194 – 195 de
Metamemorias.
Este citado es sobre la
victoria aprista de 1985 que, para mí, es el mejor fragmento que escribió Alan
García en su último libro, Metamemorias que es un inmensa carta de despedida
hacia todos los peruanos, sean apristas o no lo sean porque García tuvo el alto
honor de ser 2 veces Presidente Constitucional del Perú.
Cito ese texto porque los
enemigos del aprismo dicen que García era un megalómano, pero este citado
demuestra que él tenía claro que no era una victoria personal sino una
reivindicación a todos los más de diez mil apristas que dieron su vida para que
vivamos en plenas libertades civiles y políticas.
Yo que soy bisnieto, nieto e
hijo de apristas, le doy las gracias al Presidente García por reivindicar a
esos anónimos soldados del aprismo que dieron todo por el credo aprista.
Lo que padeció el APRA,
sobre todo Haya de la Torre, desde el fraude de la elección presidencial de
diciembre de 1931 hasta la asunción del segundo gobierno de Manuel Prado (28 de
julio de 1956) fue un holocausto –como bien lo definió el maestro Luis Alberto
Sánchez – porque el APRA es el único partido que padeció asesinatos, cárceles y
largos exilios solo, por el “delito” de
tener el credo aprista y propugnar un Perú democrático y libre donde el voto de
cualquier peruano sea igual en el sufragio.
Gracias al APRA y Haya de la
Torre existe el voto universal (alfabetos y analfabetos) desde la Carta Magna
de 1979.
En Metamemorias hay bellas
anécdotas históricas como la del año 1977 donde García pidió a Haya de la Torre
y a la dirigencia del APRA que se le exija a las Fuerzas Armadas no una
convocatoria a elección para hacer una Asamblea Constituyente sino –de frente-
una elección general. Luego, García –en su primer período
constitucional-conversa con ex ministros de la dictadura militar que aceptaron
que sí el APRA les exigía elecciones generales, ellos ya no tenían fuerza para
mantener el poder y hubieran convocado a generales inmediatamente. ¡La historia
del Perú hubiera sido distinta!
¡Haya, Presidente en 1977! ¡Tremendo
honor hubiera sido que Haya parta de este mundo, siendo Presidente
Constitucional!
Otra gran anécdota es, que
ante el cisma de Townsend luego de la derrota aprista de 1980, el mismo Alan
García dialoga con Townsend para pedirle que vuelva al APRA, pero encontró “mucho temor en sus ojos, demasiada
desconfianza familiar.”
A pesar, que siempre
Townsend criticó a García, en Metamemorias no podemos leer cólera sobre el
fundador del precario Movimiento de Bases Hayistas que, en 1985, se alía con
Bedoya Reyes como su candidato a primer vicepresidente y cabeza de lista del
Senado.
Otra soberbia anécdota del
Presidente García, en su primer gobierno, hace una oportuna escala técnica en
Venezuela, en 1988, donde hace converger al entonces Presidente Jaime Lusinchi
y al ex Presidente Carlos Andrés Pérez –su compadre por ser padrino de su hijo
Alan Raúl-, los dos fueron destacados líderes del partido Acción Democrática
pero eran rivales por la candidatura presidencial adeca, de 1988, que
finalmente ganó el Presidente Pérez frente a Octavio Lepage candidato de
Lusinchi. Entonces, García les dice a sus dos compañeros adecos: “dejen de actuar como niños” y los tres
se dan un apretón de manos, delante de trescientos políticos y empresarios
venezolanos.
Ahora, recuerdo una anécdota
con un vil dictador panameño Noriega, que en mi opinión fue un tipejo similar
al narco dictador venezolano de apellido Maduro, que tras ver que las tropas
estadounidenses lo buscaban, llama a Palacio de Gobierno para decir qué debía
hacer. El Presidente García le dijo: “Suicídate
y muere con dignidad.” Cosa que no hizo el dictador Noriega y terminó
siendo el trofeo de guerra del gobierno estadounidense.
Ante una difícil situación,
considero, que es mejor morir –con firmeza- que ser un trofeo de guerra y ser
humillado.
Creo que Cleopatra lo sabía
bien; por éso, no permitió en ser trofeo de guerra del joven Octavio que
terminó siendo el primer emperador romano Augusto.
Así pueden encontrar muchas
ricas anécdotas históricas, pero que no las deseo contar para no quitarles razones
de leer Metamemorias.
¡Alan García es toda
una leyenda política!
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