Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de
Políticas Públicas, Licenciado en Ciencia Política y catedrático nombrado en la
Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNFV
Publicado en El Montonero, con fecha 8-04-2024
El 6 de abril de 1955, Sir
Winston Churchill -tras un derrame cerebral que felizmente pudo recuperarse-
tomó la decisión de renunciar como primer ministro de Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda de Norte, su sucesor fue Anthony Eden, su más leal
colaborador, quien es mencionado varias veces en las memorias de Churchill
sobre la Segunda Guerra Mundial que fue el tema central del artículo de la
semana pasada. Fervientemente creo que el mayor personaje de la historia de la
humanidad del siglo XX fue Winston Churchill porque tuvo la decisión frontal de
mantener a su país en guerra contra la Alemania Nazi en el momento que de
seguro muchos europeos, inclusive estadounidenses, habrían pensando que Hitler
gobernaría absolutamente en toda Europa. Tal vez, algunos de mis lectores crean
que mejores eran Roosevelt o Stalin, pero el primero espero que Japón ataque
cobardemente en Pearl Harbor para unirse a la causa contra el Eje Nazi Fascista
mientras el segundo lo hizo cuando su Alemania los invadió a pesar del Pacto de
No Agresión que permitió el reparto de Polonia y los países bálticos entre esos
regímenes totalitarios que deben ser aborrecidos por todo ser humano que se
diga cristiano en fe. Volviendo con Churchill, pero en su primera
administración (1940-1945), indudablemente la más difícil, es válido citar ese
bello y soberbio discurso en la Cámara de los Comunes luego de la retirada de
las tropas francesas y británicas en Dunkerque:
“Llegaremos
hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos,
lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos
nuestra isla, cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos
en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles,
lucharemos en las colinas, ¡nunca nos rendiremos!, e incluso si, cosa que ni
por un momento creo que suceda, esta isla o una gran parte de ella fuera
subyugada y estuviera hambrienta, entonces nuestro Imperio más allá de los
mares, armado y protegido por la flota británica, cargaría con el peso de la
resistencia, hasta que, cuando sea la voluntad de Dios, el Nuevo Mundo, con
todo su poder y su fuerza, avance al rescate y a la liberación del Viejo.”
Este soberbio fragmento de aquel memorable discurso
lo pueden encontrar en la página 317 de las memorias de Churchill sobre la
Segunda Guerra Mundial, tal como lo referí en el artículo de la semana pasada.
¿Cuál es el legado de Churchill? Siempre luchar y
luchar por más que el enemigo sea aparentemente el más poderoso, siempre marcar
posición porque la historia enseña que transcienden quien son frontales en la
defensa de sus ideas, no quienes se acomodan tipo Vizcarra y otros por una vil
cuota por el poder. Por eso, sostengo que los grandes personajes de la civilización
humana siempre han querido ser inmortales a través de la historia, Sir Winston
Churchill lo es porque su legado es imperecedero.
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