Renatto
Bautista Rojas
Licenciado
en Ciencia Política por la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV).
Publicado en Estado Internacional con fecha 08-01-2018
¿Qué
celebramos en Año Nuevo?
La verdad no mucho
porque en dicha celebración se conmemoró los 59 años de la dictadura comunista
de los Castro -que de lejos- representa la mayor orgía de sangre perpetrada por
la izquierda marxista en las Américas.
Esta longeva dictadura
sigue en el poder –gracias- a la política de terror que implementó Fidel Castro
y su otrora amigo Ernesto Guevara. Además, del silencio cómplice que muchos guardan en los cinco continentes que
por mil razones no critican a esta vil dictadura comunista.
¡Muchos camaradas
sueñan emular la orgía de sangre a la cubana!
Silencio
cómplice a la cubana.
Dos grandes ejemplos
del silencio cómplice, a favor del dictador Castro, son Federica Mogherini;
quien es el Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y
Política de Seguridad, que hace pocos días se reunión en La Habana con el
dictador Raúl Castro y ni una palabra sobre la libertad en un país donde reina
una familia dictatorialmente desde hace 59 años. El otro ejemplo, es la
saliente Presidente de Chile, Michelle Bachelet que este domingo, se reunió
–con gran afecto- con el dictador Castro.
¡Increíble como
patético porque Federica y Michelle “se
suponen” que son demócratas! Por eso escribo, “se suponen”.
No cerraré este
fragmento sobre la dictadura comunista cubana sin hacerles recordar sobre
Ernesto Guevara que es un tótem de la izquierda gatopardista porque en verdad
fue un vil asesino, un fanático comunista y un gran homofóbico.
¡Camarada entérate, tu
ídolo en los gulags cubanos mandó a asesinar a cientos de homosexuales por su
opción sexual!
El
silencio cómplice y el dictador Maduro.
Otra dictadura que se
afianzó en el 2017 es la venezolana del dictador Nicolás Maduro.
El año pasado fue el
año de la terrible orgía de sangre que perpetró Maduro, al mandar a matar a más
de 190 jóvenes que protestaron para vivir en libertad.
Desde los años del
dictador Chávez, Venezuela le abrió sus puertas a las Fuerzas Armadas como al
Servicio de Inteligencia de Cuba, lo cual originó, que Venezuela sea una Cuba
II y consolidada con el camarada Maduro.
La intervención militar
cubana en Venezuela es colosal y gracias a estos militares, Maduro se ha
convertido –como los camaradas Fidel Castro y Ernesto Guevara- en un maestro en
la política de terror. Además, Maduro se consolida con una Oposición bien light
como la Mesa de Unidad Democrática (MUD) donde la mayoría piensa –ingenuamente-
que en las urnas pueden derrotar a Maduro.
¡Risible porque ningún
dictador socialista ha dejado el poder tan fácilmente y peor por vía electoral!
Las urnas jamás sacarán
del poder al dictador Maduro porque él es especialista en hacer fraudes.
Además, la dictadura de los Castro jamás permitiría perder su gran colonia de
Venezuela. Primero matarían a miles de venezolanos, antes de perder el poder en
el Palacio de Miraflores.
¡Recuerden los
comunistas son los expertos en la orgía de sangre!
Las dos únicas salidas
que veo a la terrible dictadura de Maduro es que un sector de las Fuerzas
Armadas, con apoyo del pueblo venezolano, den un golpe de Estado a Maduro que
es totalmente justificado porque es una dictadura socialistoide asesina. La
otra salida es que los gobiernos democráticos de las Américas concreticen una
alianza entre sus Fuerzas Armadas (tipo la OTAN) e intervengan militarmente en
Venezuela, saquen del poder a Maduro, encarcelen a todos esos narcos que
gobiernan con Maduro y los venezolanos formen una Junta de Gobierno Transitoria
que derogue la miserable Constitución chavista, restauren la Carta Magna de
1961 –promulgada en el gobierno de Rómulo Betancourt- y convoquen a elecciones
generales. La última salida la veo más difícil porque existe mucho silencio
cómplice respecto al dictador socialista Maduro porque en casi todos los países
tienen muchos agentes políticos. Además, nuestro continente es de políticos
tibios, salvo contadas excepciones.
El
otro silencio cómplice que casi nadie habla.
Desde el 1 de abril de
1979 en Irán (la otrora Persia) se
instauró otra dictadura sanguinaria, ya no comandada por “revolucionarios socialistas” sino por
los ayatolás; es decir, Irán es una dictadura teocrática del Islam.
Somos pocos, en los
cinco continentes, quienes criticamos abiertamente a los dictadores Raúl Castro
y Nicolás Maduro, aún somos más pocos quienes criticamos a la dictadura
teocrática de Teherán.
Desde el 28 de
diciembre del 2017, miles de iraníes y sobre todo mujeres han salido a las
calles para protestar en contra de la dictadura teocrática. La represión de la
dictadura islámica no se hizo esperar porque los ayatolás mandaron a la
inefable Guardia Revolucionaria Iraní para sofocar tantos levantamientos.
¡Otra vez la progre
europea Federica Mogherini guarda silencio cómplice ni que decir de la mayoría
de los burócratas de Bruselas!
Mientras los Estados
Unidos e Israel han condenado la represión de la dictadura teocrática. Casi por
unanimidad, la Unión Europea no dice nada sobre la orgía de sangre de los
aliados musulmanes de los Castro y Maduro. No se olviden que el dictador Chávez
firmó muchos acuerdos con la dictadura teocrática de Teherán. Además, Cuba, Venezuela e Irán son
incondicionales aliados de la Rusia de Putin quien –como todos sabemos-apoya
económica y militarmente a estas tres dictaduras más el gran apoyo que siempre
le han proporcionado a la dictadura de Siria, otro incondicional del gobierno
de Moscú.
Existen tres grandes
silencios cómplices y nada positivo para celebrar porque miles de personas
mueren (y murieron) por las balas mandadas por la Dinastía de los Castro, por Chávez/Maduro
y sus narco compinches y por los ayatolás de Teherán.