Renatto Bautista Rojas
Licenciado en Ciencia Política por la
Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV).
Publicado en Estado Internacional con fecha 11-10-17.
Todos
sabemos que un 12 de octubre de 1492, el inmortal Cristóbal Colón llegó a la
isla Guanahani, que fue denominada por los españoles como San Salvador, de la
actual Bahamas. Dicha isla, fue la primera parte de las Américas en conformar
el otrora Imperio Español.
Este
desembarco es conocido como el Descubrimiento de América. Es muy probable que
los vikingos llegaron mucho antes a Groenlandia –e inclusive al norte de
Canadá- hasta se especula que los chinos pudieron llegar aquí, pero lo cierto es
que el desembarco de los españoles fue el de mayor importancia política porque
representó el choque de dos civilizaciones como la conquista de los dos
imperios de mayor importancia en las Américas, como lo fueron el Azteca (en
México) y el Inca (en el Perú).
La
izquierda marxista; a través de esa enfermedad llamada hispanofobia, despotrica
del 12 de octubre de 1492 como si ese día se pudiera comparar con la orgía de
sangre que realizaron sus camaradas Lenin, Stalin y Mao en el pasado siglo o
como si Cristóbal Colon fuera un Adolfo Hitler del siglo XV y cuyo único
objetivo era exterminar a los nativos de las Américas.
La
hispanofobia se construye en base a grandes mentiras que al ser repetidas
varias veces, muchos se lo creen y lo peor que la hispanofobia fue (y es)
producida por “mentes luminarias” de Londres, París y Ámsterdam (sí, los
eternos rivales de los españoles).
Volviendo
con la izquierda marxista (tanta la europea como la americana). Ellos dicen dos
grandes falacias:
Primero,
que con la llegada de Cristóbal Colón, los españoles realizaron una gran orgía
de sangre en las Américas y segundo que la gran parte de las Américas dominada
por los españoles eran “colonias”.
La
leyenda negra debe ser respondida contundentemente:
En
primer lugar, ni los aztecas, ni los incas, ni los chibchas, ni los araucanos,
ni otra cultura de las Américas nos legaron un censo sobre su población hasta
el año 1491. Lo concreto es que nunca sabremos si fueron un millón o dos
millones o diez millones de personas que habitaron en las Américas, antes de
1492. Además, los españoles NUNCA realizaron
una orgía de sangre porque las élites de muchas culturas fueron respetadas e
inclusive fueron incorporadas al sistema económico español. ¿Quieren un gran
ejemplo? ¿Quién fue José Gabriel Condorcanqui? ¿Fue un pobre habitante en el
Virreinato del Perú? No, para nada. Fue un noble descendiente de los incas y
muy próspero comerciante en el entonces Virreinato del Perú. Así como José
Gabriel Condorcanqui hubo varios nobles descendientes de los incas, de los
aztecas y de otras culturas que accedieron a la educación (al igual que la
nobleza española) y fueron muy ricos.
Y en
segundo lugar, la gran parte de las Américas que formaba parte del Imperio
Español no eran “colonias” sino eran virreinatos; es decir, territorios de
ultramar que eran reinos tan españoles como la mismísima España, pero en el
lejano océano del Pacífico, y los más ricos virreinatos, fueron el de Nueva
España (hoy México) y el del Perú.
Aquí
en el Perú, como en Nueva España o en Nueva Granada (hoy Colombia) y Río de la
Plata (hoy Argentina) gobernaron virreyes que eran el álter ego del Rey de
España, obviamente, fueron designados por el mismísimo monarca español.
Las
verdaderas colonias fueron las trece colonias fundadas por ingleses en
Norteamérica. En esas trece colonias, jamás existieron virreyes y la población
autóctona fue exterminada por los ingleses, lo que no sucedió en las Américas
españolas donde se respetó a muchos nobles incas como fue el caso de José Gabriel
Condorcanqui.
Basta
de permitir tantas falacias de la izquierda marxista sobre nuestra historia; y
en especial, en los tres siglos de historia común con el reino de España.
La
orgía de sangre y las colonias se dieron en la Norteamérica gobernada por los
ingleses y francés, aquí ocurrió un mestizaje y se nos trató como reinos de
ultramar, lo último lo hizo España, no lo olvidemos.
Yo
no me considero hispanista porque reconozco que a partir del 12 de octubre de
1492 ocurrió un choque de dos civilizaciones (la amerindia y la occidental
europea) y que este gran choque originó un mestizaje y nosotros, SÍ, NOSOTROS, somos el producto vivo de
ese gran mestizaje que no nos debe ofender sino hacernos sentir orgullosos
porque somos productos de dos grandes civilizaciones que nos legaron una gran
historia milenaria, un rico idioma como es el castellano, un Dios del amor y
del perdón como es Jesucristo y sobretodo un gran valor que es la LIBERTAD.
Quiero
concluir con dos ápices:
Primero: Sí
tenemos el mismo idioma (el castellano), el mismo Dios (Cristo) y las mismas
tradiciones (por ser herederos de la civilización Occidental) que esperamos
para unir nuestras repúblicas y formar la Unión Indoamericana que debe ser el
nuevo estado del siglo XXI que abarque desde el Río Bravo hasta la gélida
Patagonia. Es una tarea de mi actual generación.
Segundo: Si
desean profundizar sobre la hispanofobia y la leyenda negra, sugiero leer el
libro titulado Imperiofobia y Leyenda Negra de la gran historiadora española
María Elvira Roca Barea que en 481 páginas derriba tantas falacias construidas
contra la verdad histórica. Lo recomiendo.

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