Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de
Políticas Públicas, Licenciado en Ciencia Política y catedrático nombrado en la
Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNFV
En agosto del año pasado,
publiqué en este prestigio medio informativo virtual el artículo titulado Reflexiones
sobre La Batalla Cultural (https://elmontonero.pe/columnas/reflexiones-sobre-la-batalla-cultural),
un breve análisis del penúltimo libro del destacado politólogo argentino
Agustín Laje. Este artículo partirá de un concepto inicial de este libro para
terminar en una mayúscula reflexión.
¿Cómo defino el concepto
de batalla cultural? Un conflicto entre dos bandos contrarios e
irreconciliables que entienden que el ámbito académico, el de las artes, de la
música y universitario es una superestructura vital para ejercer un control
sutil sobre la sociedad debido a que estas variables manejan el inconsciente de
los electores es decir quien triunfe en la batalla cultural tiene muy asegurado
un triunfo electoral a mediano y largo plazo además podrá convencer a la
mayoría de electores que su “relato político” es el correcto en la historia
republicana, es un poco determinista, tal vez, pero observemos quienes triunfan
electoralmente y mantienen el poder político por décadas, ya no es ni necesario
mencionar sus nombres, pero aunque nos duela mucho, ellos sí han triunfado en
batalla cultural, pero quiero volver con mi colega Laje sobre su definición de
batalla cultural que lo podemos encontrar en la página 32 de su penúltima obra:
“Una
batalla cultural tiene por fin la promoción de un cambio, o bien la resistencia
al mismo, que tendría lugar fundamentalmente en la dimensión cultural de la
sociedad.”
En la página 38 de su
libro, Laje nos dice lo siguiente:
“La
tercera característica de la batalla cultural es entonces, en resumen, ese
elemento consciente que coloca al menos a un grupo frente a la intención de
dirigir culturalmente a la sociedad, organizándose y actuando a estos efectos.”
Hace más de un siglo,
equivocadamente el marxismo leninismo consideraba que la toma absoluta del
poder era hacer la revolución para establecer la dictadura del proletariado,
pero el primer experimento llevado violentamente a la realidad (Unión
Soviética) fracasó y ya no existe desde la milagrosa noche del 9 de noviembre
de 1989 que inició la caída del Muro de Berlín hasta la Navidad de 1991 que
finalmente el Imperio soviético se disolvió. La historia del siglo XXI,
irrefutablemente demuestra que ya no es necesario de hacer una revolución y
establecer una dictadura totalitaria, en base a un terror policial, para tener
el poder político sobre las mentes de los ciudadanos, solo basta con ser
hegemónicos en la batalla cultural, por eso no sorprende para nada que las
principales Universidades estadounidenses hayan sido tomado por protestantes
que defienden a los terroristas de Hamás, pero no dicen ni una palabra de las
cientos de mujeres secuestradas y violadas por estos psicópatas de Hamás, pero
volvamos a la batalla cultural, con una pregunta en voz alta: ¿Qué harías si
tienes un enemigo político que hace 3 décadas ha editado varias veces un libro
contra tu líder llamándolo corrupto y actualmente han producido una película donde
niegan el suicidio de tu líder?¡Sentido común! ¡No hay que ser un genio para
darle respuesta! ¡Vamos, sí puedes pensarlo y decirlo! ¡Dar batalla cultural!
¿Cómo se da batalla cultural? Permitiendo, sin ninguna mezquindad, que se
editen libros respondiendo lo escrito por tus acérrimos enemigos, pero cuando
tirios y troyanos sufren de la enfermedad tan humana llamada mezquindad, jamás
entenderán que un libro es una poderosa herramienta de lucha por la batalla
cultural, es que estos pigmeos creerán que nadie leerá el libro o infantilmente
creerán que están lanzando a un casi desconocido hacia la carrera
parlamentaria, ya que la pluma es la arma más poderosa de la humanidad, yo les
digo es mejor tener a un catedrático como un parlamentario que aun grupo de
lisiados mentales que ni han redactado una tesis para una licenciatura, que
balbucean tonterías sin base histórica ni filosófica, y que a sus edades no
pueden demostrar públicamente un trabajo en planilla, pero calma que la batalla
cultural sí o sí se dará porque la pluma es un arma más poderosa que una bomba
atómica. A modo de conclusión diré que las batallas culturales se ganan, sin
mezquindades, entendiendo que se combate ideas, no a personas, mas bien -aunque
suene feo decirlo- las personas son instrumentos para que esas ideas sean
imperecederas en la historia de la civilización humana, pero para aceptarlo
como verdad se debe tener grandeza en retrospectiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario