Renatto Bautista Rojas
Magíster en Gestión de
Políticas Públicas, Licenciado en Ciencia Política y catedrático en la Facultad
de Derecho y Ciencia Política de la UNFV
Publicado en El Montonero, con fecha 15-03-21
En este último lustro, el
social progresismo mundial y oligarquía mediática le gusta usar el vil calificativo
“ultraderecha.” Lo increíble es que ningún supuesto “ultraderechista” pretende
instaurar una dictadura totalitaria como la de Hitler y Mussolini.
Por ejemplo, al expresidente
estadounidense Trump le dicen “ultraderechista”, pero jamás en los Estados
Unidos, primera potencia mundial que derrotó militar y políticamente a la
Alemania Nazi, a ningún político del Partido Republicano, incluyendo a Trump,
se le ocurriría instaurar una dictadura tipo la nazi ni mandar al genocidio a 5
millones de judíos. Es válido mencionar que, en el gobierno de Trump, los
Estados Unidos volvieron a tener una estrecha alianza con Israel que es el
estado del pueblo hebrero. Indudablemente, no se puede establecer una
“dictadura ultraderechista” teniendo como aliado a los herederos de las
víctimas del holocausto perpetrado por el genocida Hitler.
Otra víctima del calificativo
“ultraderechista” es el Presidente brasileño, Jair Bolsonaro que también
mantiene excelentes relaciones diplomáticas con Israel. Además, jamás Bolsonaro
ha dicho que admira al dictador Hitler ni que pretende instaurar una dictadura
totalitaria.
En Europa, se da el calificativo
de “ultraderechista” al joven premier austriaco Sebastián Kurz por su fuerte
política antiinmigración también se le dice “ultraderechista” al premier
húngaro Viktor Orbán por sus políticas conservadoras que han permitido el
aumento de la tasa de natalidad de su población sumado a su dura posición
antiinmigración ilegal y la más reciente víctima del mentado calificativo es el
español Santiago Abascal, líder del joven partido VOX.
En Austria, país sometido
por la dictadura nazi, jamás Kurz ha dicho que pretende instaurar una dictadura
totalitaria menos lo ha dicho Orbán que de joven fue un connotado dirigente juvenil
anticomunista que cobró peso político en el recordado discurso del 16 de junio
de 1989. En ese día los demócratas húngaros recordaron a las víctimas de la
Revolución húngara de 1956 que fue sofocada brutalmente por la dictadura
comunista soviética, donde exigió elecciones libres y plurales como el
inmediato retiro de las tropas soviéticas del territorio húngaro. Es decir, el
talante democrático de Orbán viene desde joven porque tuvo el coraje de
enfrentarse a una de las dictaduras más criminales y represivas como la
soviética.
Finalmente, sobre el caso
del español Abascal y su partido VOX, puedo concluir que no tienen nada de
“ultraderechista” porque no pretende reinstaurar la dictadura militar de
Franco. Primero porque el dictador Franco murió en noviembre de 1975 y no se
puede reinstaurar algo que ya no tiene líder en este mundo. Segundo porque en
VOX defiende el espíritu de la Carta Magna de 1978 a diferencia de Podemos que
pretende dinamitar la unidad del Estado español e instaurar su “republiqueta”.
Y tercero, no es el menos importante, VOX siempre ha mostrado un respeto al
Estado de Israel y condena toda actitud judeofobia de la ultraizquierda
española, representada en Podemos, que son aliados políticos de la dictadura
teocrática iraní que mil veces ha dicho que pretende borrar del mapa a Israel.
Indudablemente, los verdaderos ultraderechistas vienen de la dictadura iraní
que odia a muerte a todos los judíos y que niegan los horrores perpetrados en
el Holocausto.
Indudablemente, hablar
fuerte en política y ser conservador, no te hace “ultraderechista” porque ninguno
de estos políticos pretende instaurar una dictadura genocida y totalitaria al
estilo de la nazi.
Además, la ultraderecha
ya no existe, ni gobierna en ningún país democrático en Occidente, porque fue
derrotada militar y políticamente por los Estados Unidos de América en la
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Tras la muerte de Mussolini y Hitler, la
ultraderecha no tiene relevancia política en Occidente.
Estas líneas me llevan a
una certera reflexión sobre el actual proceso electoral en el Perú donde ya
empezó el calificativo de “ultraderecha” cuando ningún político peruano
pretende emular a Hitler ni instaurar una dictadura genocida y totalitaria como
la nazi. Lo gracioso es que lo repite una promoción, en edad, que no lee libros
sobre filosofía ni historia mundial para entender el significado de la
ultraderecha.
Apreciados lectores saben
que es lo irónico y triste, para el Perú, que ningún político responda con la
verdad sobre una certero punto que en todo nuestro continente opera, con total
impunidad, la ultraizquierda que es el castrochavismo, dictatorial y genocida,
que regenta Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela con el sátrapa de Maduro como
dictador – usurpador.
¿Por qué se les debe
llamar ultraizquierda?
Primero porque el
castrochavismo donde gobierna, utiliza la democracia para tomar el poder, como
hicieron los nazis, para luego cambiar la Constitución, hacer otra Constitución
y quedarse en el poder hasta la muerte como el terrible ejemplo del dictador
Chávez.
Segundo porque no son una
izquierda democrática o socialdemócrata que acepta si gana o pierde las
elecciones ni aceptan que haya otras fuerzas políticas con relevancia
electoral. La ultraizquierda es totalitaria porque a la larga pretende el poder
político solo para ellos y no permiten elecciones limpias, el dramático ejemplo
es la Venezuela de Maduro.
Tercero porque existen
los Foros de Sao Paulo y de Puebla que agrupa al castrochavismo, como a todos
sus aliados en las Américas. Entre sus agentes tienen al expresidente Ollanta
Humala, menguado electoralmente para el actual proceso electoral, y a su carta
fuerte que es Verónika Mendoza que hace pocos días ha organizado un zoom con el
exdictador y acusado de pedofilia, Evo Morales. Además, tanto Humala como
Mendoza jamás han criticado la dictadura de Maduro y les encanta llamar a la
Oposición democrática como la “derecha desestabilizadora” cuando los únicos
causantes de la ruina de Venezuela ha sido el régimen chavista que gobierna
desde febrero de 1999.
Cuarto, por ser el
último, no es el menos importante, existe un fuerte cordón umbilical que
representa la instauración de una nueva Constitución, convertir al Estado en un
sistema autárquico que tenga la potestad de estatizar todo lo que se crea
conveniente, el uso del mal llamado lenguaje inclusivo, el apoyo al aborto como
al matrimonio homosexual, y la asolapada destrucción de lo que representa el
Estado – Nación. Claro, ninguno de los agentes de la ultraizquierda confiesa
que desea ser un dictador, pero a la larga se convierten en eso. Los 4 ejemplos
más dramáticos lo tenemos con el dictador Fidel Castro que, al año de tomar el
poder, prometió elecciones generales que jamás realizó, el dictador Daniel
Ortega que está en el poder desde el 2007, antes lo estuvo en toda la década de
los ochenta del siglo pasado, encumbró a su esposa Rosario Murillo como su
vicepresidente y ahora la quiere dejar en el poder. ¿No les parece un
conmovedor matrimonio político?. El tercer ejemplo es el del exdictador Evo
Morales que ahora gobierna a través de ex ministro de Economía, Luis Arce y el
cuarto caso es la Venezuela chavista que, si no fuera por la muerte del
dictador Chávez, él seguiría en el poder. Ahora, gobierna Maduro que jamás
dejará el poder por la vía electoral.
A mis lectores les
pregunto: ¿Por qué no les genera alerta y/o preocupación la ultraizquierda
que lleva gobernando 62 años Cuba y 22 Venezuela de una manera criminal,
dictatorial y genocida? ¿Acaso algún peruano de bien y decente puede creer
que las cosas van bien en Cuba y Venezuela?
A modo de conclusión,
considero que es preocupante la consolidación de las dictaduras castrochavistas
(o ultraizquierda) porque solo utilizan la democracia para llegar al poder,
luego hacen otra Constitución para quedarse ininterrumpidamente en el poder y
jamás se van por las urnas ni se autodisuelven. ¡Tengamos cuidado con la
ultraizquierda que sí goza de buena salud!
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